Las deficiencias auditivas se pueden considerar como aquellas alteraciones de carácter cuantitativo con respeto a una correcta percepción de la audición, debido a causas adquiridas, genéticas, malformaciones o presbiacusia (pérdida gradual de la audición a medida que la persona envejece).
El aislamiento y falta de información, la concreción de las sensaciones, la incomunicación,… van a tener como consecuencia un retraso madurativo en el niño deficiente auditivo que supondrá una serie de dificultades en el plano del desarrollo cognitivo. Este retraso irá superándose paulatinamente a medida que el niño adquiera e interiorice un código lingüístico que le permita además acceder a la comunicación e interacción social.
Cuantas más experiencias de enseñanza-aprendizaje podamos ofrecer al alumno sordo y cuanto más normalizado sea su desarrollo, menos limitada se verá su capacidad intelectual.
Por ello, se le debe apropiar tempranamente de un código comunicativo útil, como es el caso de la Lengua de Signos, así como la necesidad de aprender el código comunicativo mayoritario, es decir la lengua oral, tanto en competencias de lectura como de escritura.
Dentro de las posibles ayudas técnicas que facilitarán el acceso al lenguaje oral, encontramos: audífonos e implante coclear, pero aprender a descifrar que lo que están escuchando es una palabra que significa algo, necesita de un trabajo y de un entrenamiento. Tendrán que aprender a descifrar eso que escuchan, a saber que hacen referencia a cosas… ¿Cómo lo aprenderán? Con el logopeda. La logopedia es una ayuda fundamental para adquirir herramientas útiles para leer, escribir o comunicarse.
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MARINA RODRÍGUEZ

Paula Egea
